Magia

Admiro su capacidad de sorprender, su entereza, sus consejos, sus ganas de vivir la vida a pesar de la lucha cotidiana. Es tanto que me llena... hace estremecer mi corazón de alegría cuando nos damos unos minutos para hablar, para parodiar a la soledad. Cuan dura me siento a veces, he perdido las palabras para agradecer... he dejado atrás la ternura y me dejé invadir... algo cansada del "hay que estar en la realidad"... El ser y el estar de Kusch, qué maravilloso, qué pureza
Martín: ¡yo creo en tu magia aunque no pueda verla! (gracias por este regalo)

Sin magia para vivir por RODOLFO KUSCH:
Uno de los motivos por los cuales rechazamos el altiplano, estriba en que allá se cree en la magia, y nosotros aquí en Buenos Aires, ya no creemos en ella. Somos extraordinariamente realistas y prácticos, por cuanto creemos en la realidad.
¿Y qué es realidad para nosotros? Pues eso que se da delante de uno: las calles, las paredes, los edificios, el río, la montaña o la llanura. Todo esto no se puede modificar, porque no puedo cambiar de lugar una casa, ni alterar la orientación de una calle, ni puedo traspasar diagonalmente una manzana para llegar a mi hogar, ya que mi cuerpo es mucho más endeble que las paredes. La realidad indudablemente se impone porque es dura, inflexible y lógica. Más aún, es una especie de punto de referencia para nuestra vida, porque, cuando andamos mucho en las nubes, viene una persona práctica y nos dice: "hay que estar en la realidad".
Y si no lo hacemos, se nos invoca la ciencia. Ella es la teoría que da una rara concreción a la realidad de tal modo que, no sólo ésta se refiere a las paredes y a las piedras, sino también a otros órdenes. Hay una ciencia económica para nuestros sueldos, otra para la política, otra para nuestras aspiraciones profesionales, otra para nuestros impulsos. Y todo es realidad, aunque "científica". La realidad es entonces como un mar de plomo, que abarca un sin fin de sectores, y en el cual debemos desplazarnos con cuidado.
Pero un día estamos tranquilos en nuestra casa, y viene un amigo y nos trae la noticia de que en la esquina hay un plato volador. ¿Y nosotros qué decimos? Pues ver para creer. De inmediato pensamos salir corriendo, claro está doblando prudentemente las esquinas para llegar al lugar donde se depositó el extraño artefacto. Ahí lo veremos, y luego creeremos. La realidad coincide con las cosas que se ven.
Pero podría ocurrir que no saliéramos corriendo, y le dijéramos a nuestro amigo: "¿Me vas a hacer creer que se trata de un plato volador?" Y el amigo nos respondiera: "Todo el mundo lo dice". Es curioso, ya lo dijimos, por una parte yo le hago notar al amigo que él me tiene que hacer creer, y por la otra, él se confabula con todo el mundo, o sea con los seis millones de habitantes de Buenos Aires, para que yo le crea. Y esto ya no es ver creer, sino al revés: creer para ver. A veces tengo que ver la realidad para creer en ella, otras veces tengo que creer en la realidad para verla. Por una parte quiero ver milagros para cambiar mi fe, y, por la otra, quiero cambiar mi fe para ver milagros.
Por eso, podemos creer en la realidad y en la ciencia, pero nos fascina que un hechicero del norte argentino haga saltar el fuego del fogón, para hacerlo correr por la habitación. También nos fascina que en Srinagar, en la India, algún guru o maestro realice la prueba de la cuerda, consistente en hacerla erguir en el espacio y en obligar a ascender por ella a un niño, quien probablemente nunca más volverá a descender. Y también nos fascinan los malabaristas en el teatro, porque hacen aparecer o desaparecer cosas, o seccionan a un ser humano en dos partes, y luego las vuelven a pegar sin más. ¿Y qué nos fascina en todo esto? Pues que la realidad se modifica. ¿Y en qué quedó el carácter inflexible, duro, lógico y científico de la realidad?
Mientras escribo estas líneas veo por mi ventana un árbol. Este pertenece a la dura realidad. ¿Si yo me muero, el árbol quedará ahí? No cabe ninguna duda. ¿Pero no podría pasarle al árbol lo que a nosotros, cuando muere un familiar querido? ¿En este caso qué lamentamos más: la ausencia definitiva del familiar, o más bien la hermosa opinión que él tenía de nosotros? ¿Le pasará lo mismo al árbol? Yo siempre lo he visto hermoso, y mi vecino, quien es muy práctico, ya no lo verá así. Cuando yo muera, morirá mi opinión sobre el árbol, y el árbol se pondrá muy triste y se morirá también.
¿Pero no habíamos dicho que la realidad es dura, flexible y lógica? Así lo dicen los devotos de la ciencia. Pero a mí nadie me saca la sospecha de que los árboles no obstante piensan y sienten. Porque ¿qué es la ciencia? No es más que el invento de los débiles que siempre necesitan una dura realidad ante sí, llena de fórmulas matemáticas y deberes impuestos, sólo porque tienen miedo de que un árbol los salude alguna mañana cuando van al trabajo. Un árbol que dialoga seria la puerta abierta al espanto y nosotros queremos estar tranquilos, y dialogar con nuestros prójimos y con nadie más. Evidentemente no creemos en la magia, no sólo porque tengamos una firme convicción de la dureza de la realidad, sino ante todo porque necesitamos llevarnos bien con 6 millones de prójimos encerrados en la ciudad de Buenos Aires. Y para ello es preciso poner en vereda a los árboles con su lenguaje monstruoso y creer en la dura, inflexible y lógica realidad.

Influencias

El sábado 18 me encontraba en la terminal de Córdoba esperando que llegara el coche que me llevaría a Villa María para festejar anticipadamente el "Día del amigo". La paciencia se me agotaba, es que en una vida acelerada parar 50 minutos a hacer nada, se vuelve tedioso.
Mirando hacia abajo, sentada en un banco adentro -porque la temperatura era extremadamente baja- me distraje observando las botas de una señora que por su forma y color eran demasiado llamativas. Ahí recordé una inquietud que me persigue hace años: cómo uno puede crear un preconcepto a partir de lo que viste y calza la gente que está alrededor. Es más, puse a prueba mi improvisada teoría, pero la práctica me resultó compleja, supongo que nunca me había cuestionado acerca de lo cuasi imposible que se puede volver observar a los que pasan trazando una línea imaginaria (en este caso, de la cadera hacia abajo).
Muchas veces aproximarse al otro, hablar, robarle una sonrisa puede ser aun más difícil, porque no se trata solo de una línea imaginaria, sino de un mecanismo de defensa que atraviesa nuestra "integridad" toda. ¡Cuánto miedo tenemos a las "influencias"! Desearía conservar la inocencia de Dorian Gray al referirse a lord Henry:
El retrato de Dorian Gray - Oscar Wilde:
-¿Es cierto que ejerce usted una pésima influencia, lord Henry? -le preguntó al cabo de unos instantes-. ¿Tan mala como dice Basil?
-Las buenas influencias no existen, señor Gray. Toda influencia es inmoral; inmoral desde el punto de vista científico.
-¿Por qué?
-Porque influir en una persona es darle la propia alma. Esa persona deja de pensar sus propias ideas y de arder con sus pasiones. Sus virtudes dejan de ser reales. Sus pecados, si es que los pecados existen, son prestados. Se convierte en eco de la música de otro, en un actor que interpreta un papel que no se ha escrito para él. La finalidad de la vida es el propio desarrollo. Alcanzar la plenitud de la manera más perfecta posible, para eso estamos aquí. En la actualidad las personas se tienen miedo. Han olvidado el mayor de todos los deberes, lo que cada uno se debe a sí mismo. Son caritativos, por supuesto. Dan de comer al hambriento y visten al desnudo. Pero sus almas pasan hambre y ellos mismos están desnudos. Nuestra raza ha dejado de tener valor. Quizá no lo haya tenido nunca. El miedo a la sociedad, que es la base de la moral; el miedo a Dios, que es el secreto de la religión: ésas son las dos cosas que nos gobiernan. Y, sin embargo...

Señor...

El 14 de junio tuve la posibilidad de presenciar un espectáculo que me quitó el aliento, me dejó perpleja la emoción del vivo... muchas sensaciones encontradas...

22.30: sube al escenario e irrumpe posando sus manos en una guitarra... inevitablemente se sentará junto al piano, se que hará vibrar esos "pobres corazones" que fueron buscando remedio a la soledad. Se que allí encontraré mi "cable a tierra".

00.37: mucho más de lo que podría mi pequeño cerebro imaginar... excedida de pensamientos, recuerdos... creo que me gustó estar "al lado de ese camino".

Fito Paez, "Al lado del camino"
Me gusta estar al lado del camino
fumando el humo mientras todo pasa
Me gusta abrir los ojos y estar vivo
Tener que vérmelas con la resaca
entonces navegar se hace preciso
en barcos que se estrellen en la nada
Vivir atormentado de sentido, creo que esta, sí,
esta es la parte mas pesada

En tiempos donde nadie escucha a nadie
En tiempos donde todos contra todos
En tiempos egoístas y mezquinos
En tiempos donde siempre estamos solos
Habrá que declararse incompetente
en todas las materias del mercado
Habrá que declararse un inocente
o habrá que ser abyecto y desalmado
Yo ya no pertenezco a ningún ismo
me considero vivo y enterrado
Yo puse las canciones en tu walkman
el tiempo a mi me puso en otro lado
Tendré que hacer lo que es y no debido
Tendré que hacer el bien y hacer el daño
No olvides que el perdón es lo divino
Y errar a veces suele ser humano

No es bueno nunca hacerse de enemigos
que no estén a la altura del conflicto
Que piensan que hacen una guerra
y se hacen pis en la cama como chicos
Que rondan por siniestros ministerios
haciendo la parodia del artista
Que todo lo que brilla en este mundo
tan solo les da caspa y les da envidia

Yo era un pibe triste y encantado
de Beatles, Caña legui y maravillas
los libros, las canciones y los pianos,
el cine, las traiciones, los enigmas
mi padre, las cervezas, las pastillas,
los misterios, el whisky malo,
los óleos, el amor, los escenarios
el hambre, el frío, el crímen, el dinero y mis 10 tías
me hicieron este hombre enreverado

Si alguna vez me cruzas por la calle
regalame tu beso y no te aflijas
Si ves que estoy pensando en otra cosa
no es nada malo es que paso una brisa
la brisa de la Muerte enamorada
que ronda como un ángel asesino
Mas no te asustes siempre se me pasa
es solo la intuición de mi destino

Me gusta estar al lado del camino
fumando el humo mientras todo pasa
Me gusta regresarme del olvido
para acordarme en sueños de mi casa
El chico que jugaba a la pelota
del 49585, nadie nos prometio un jardín de rosas
hablamos del peligro de estar vivos

No vine a divertir a tu familia
mientras el mundo se cae a pedazos
Me gusta estar al lado del camino
Me gusta sentirte a mi lado
Me gusta estar al lado del camino
Dormirte cada noche entre mis brazos
Al lado del camino
Al lado del camino
Al lado del camino
Es mas entretenido y mas barato
Al lado del camino... Al lado del camino.

Recetas...

Hoy desperté con la necesidad de hacer catarsis. Haber tenido ese sueño dificultaba mi concentración. ¿Cómo haría para estudiar? Si todo lo que deseaba era gritar en silencio. No es tristeza, ni bronca... no es felicidad. Ahí recordé cómo uno intenta evadirse de situaciones que aquejan, específicamente cómo Tita trataba de evitar la desgracia de convivir con su enamorado (Pedro), actual esposo de su hermana (Rosaura).
Hay veces que no existen recetas, no todo esta dicho, ni prefabricado... mucho menos si uno sólo se queda con el deseo de escuchar algo que nunca llegará.
"Como agua para chocolate" de Laura Esquivel (fragmento):

(...)Y así como un poeta juega con las palabras, así ella jugaba a su antojo con los ingredientes y con las cantidades, obteniendo resultados fenomenales. Pero nada, todos sus esfuerzos eran en vano. No lograba arrancar de los labios de Pedro una sola palabra de aprobación. Lo que no sabia es que Mamá Elena le había «pedido» a Pedro que se abstuviera de elogiar la comida, pues Rosaura de por sí sufría de inseguridad, por estar gorda y deforme a causa de su embarazo, como para encima de todo tener que soportar los cumplidos que él le hacía a Tita so pretexto de lo delicioso que ella cocinaba.
Qué sola se sintió Tita en esa época. ¡Extrañaba tanto a Nacha! Odiaba a todos, inclusive a Pedro. Estaba convencida de que nunca volvería a querer a nadie mientras viviera. (...)