Ya he planteado en otras publicaciones la impotencia que me consume cuando, pese a la fascinación que me despiertan las palabras, no pueda emplearlas.
En estos tiempos en que la aceleración y el anonimato nos invaden; en que "nos preocupamos hipócritamente por el hambre en África" probablemente porque nos resulta tan lejano que eso nos excusa de actuar; en que somos completamente incompetentes para dar un abrazo, regalar una sonrisa; en que escuchar es una actividad extrasensorial e irrisoria...
La vida -por otorgar alguna entidad a la causalidad de las cosas- nos avanza y enfrenta con lo más profundo de nosotros mismos. En dicho sentido, tanto más penoso puede volverse este transe de conocerse, reconocerse, admitirse, desecharse y volverse a aceptar, si la prioridad gira hacia alguien más que desencaja con nuestro hedonismo.
Dos situaciones, que aparentemente son ajenas a mi "integridad", me mantienen en vilo. Sacan lo más animal de mi humanidad, estado que redunda en mi impotencia por la anomia de mis palabras.
Dos amigos, dos seres tan especiales, tan próximos están transitando por los momentos duros recién mencionados. Considero que sentirlos tan míos es lo que hace que me cueste expresarles la necesidad de acompañarlos y la repulsión al ver que el tiempo corre y, finalmente, me vuelvo impune ante mi propia incapacidad de reacción.
MELI y GINO este es mi modo, indescifrable - mi mayor cliché-, de hacerme presente, de interpelarlos, de tenderles mi mano incondicional, de tomarlos fuerte para no dejarlos caer... LOS QUIERO...
En estos tiempos en que la aceleración y el anonimato nos invaden; en que "nos preocupamos hipócritamente por el hambre en África" probablemente porque nos resulta tan lejano que eso nos excusa de actuar; en que somos completamente incompetentes para dar un abrazo, regalar una sonrisa; en que escuchar es una actividad extrasensorial e irrisoria...
La vida -por otorgar alguna entidad a la causalidad de las cosas- nos avanza y enfrenta con lo más profundo de nosotros mismos. En dicho sentido, tanto más penoso puede volverse este transe de conocerse, reconocerse, admitirse, desecharse y volverse a aceptar, si la prioridad gira hacia alguien más que desencaja con nuestro hedonismo.
Dos situaciones, que aparentemente son ajenas a mi "integridad", me mantienen en vilo. Sacan lo más animal de mi humanidad, estado que redunda en mi impotencia por la anomia de mis palabras.
Dos amigos, dos seres tan especiales, tan próximos están transitando por los momentos duros recién mencionados. Considero que sentirlos tan míos es lo que hace que me cueste expresarles la necesidad de acompañarlos y la repulsión al ver que el tiempo corre y, finalmente, me vuelvo impune ante mi propia incapacidad de reacción.
MELI y GINO este es mi modo, indescifrable - mi mayor cliché-, de hacerme presente, de interpelarlos, de tenderles mi mano incondicional, de tomarlos fuerte para no dejarlos caer... LOS QUIERO...
CHARLY GARCÍA - DE MÍ
Cuando estés mal
cuando estés solo.
Cuando ya estés cansado de llorar
no te olvides de mí
porque se que te puedo estimular.
Cuando me mires a los ojos
y mi mirada esté en otro lugar
no te acerques a mí
porque se que te puedo lastimar.
No pienses que estoy loco
es sólo una manera de actuar
No pienses que estoy solo
estoy comunicado con todo lo demás.
Por eso cuando estés mal
cuando estés sola
cuando ya estés cansada de llorar
no te olvides de mí
porque se que te puedo estimular.
1 comentarios:
Bueno Ceci, gracias ante todo por pensar en mi.
Comparto lo que comentas acerca de tu impotencia por no poder expresarte tal como quisieras. Entiendo tu fascinación por las palabras, pero a veces nos pueden jugar en contra.
Vos pensá que lo que querés comunicar en este mismo post que escribiste va a ser decodificado tanto por mi, como por Meli de maneras muy diferentes (ni hablar de cualquier otro que lo lea de paso). El mensaje tiene una intención, y esa intención tiene que situarse equidistante entre los interlocutores (no estoy seguro de estar usando bien la palabra, pero me refiero a quien expresa el mensaje y a quienes va dirigido). Y esa equidistancia no pretende ser un cánon de la comunicación, pero creo es la más acertada forma de, por un lado, expresar con cierto grado de sinceridad lo que uno quiere decir, y por el otro, intentar llegarle de la mejor manera a la otra parte.
Es en cierta forma simplificar el mensaje, evitando derramar cuestiones relevantes del mismo, para llegarle de forma más clara al otro.
En fin... seguramente vamos a hablar de esto en persona, así que ya me despido por acá... era para dejar sentado por escrito (jeje) que te agradezco mucho por siempre estar presente, con el pensamiento, con la voluntad de compadecernos en nuestros malos momentos y las ganas de ayudar. Te quiero mucho, nos vemos muy pronto. Gracias, besos.
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