Rupturas...

En esta primera reflexión haré referencia a un caso concreto que a todos nos debe haber ocurrido alguna vez...
Viajando en colectivo por la ciudad (Córdoba) distraída completamente, siento que me toman del brazo y miro a la persona que estaba sentada a mi lado -vale aclarar que no había prestado atención ni cuando subió al coche, ni cuando se sentó-.
La observo asustada, ya que esa fue mi primera reacción, convengamos que el servicio de transporte público es un ejemplo ideal de como estamos aglutinados por "una fuerza superior" que en nada nos hace relacionarnos con el OTRO. Era una nena en el cuerpo de una mujer, no importa su fisonomía, sólo deseo rescatar su actitud. Ella inmediatamente notó que yo estaba absorta por lo que decidió romper el hielo y comenzó preguntándome: ¿Qué estudias?.
Al principio pensé que era una broma, este tipo de actitudes poco coincide con mi deseo de parecer ermitaña. Rápidamente le contesté: Periodismo... Así, en base a sus preguntas y mis acotadas respuestas, ella comenzó a formar un perfil mio. Antes que llegara a preguntarme el nombre, o yo el suyo, llegó mi parada...Sólo llegue a decirle: ¿Me das permiso? Chau, suerte.

Me resultó tan ajena a lo real esta situación, rompió con la cotidianeidad (todos los días viajo en colectivo) que me quede pensando en este encuentro casual y en mi necesidad -oculta- de que ella me dijera que pensaba de mí, que aventurara una caracterización a partir de la breve conversación. Entonces me puse a pensar a que texto podía recurrir para encontrar una explicación, hallar una respuesta particular a un hecho que no tendría que resultarme extraño, aunque así lo fue...
RAY BRADBURY en "Libro para inspirar a curas, rabinos y pastores desanimados" me brindó una analogía:

No han visto las estrellas (fragmento)

No han visto las estrellas,
Ninguna, ni una
De todas las criaturas de este mundo
En todas las eras desde que las arenas volaron por primera vez en el viento.
Ninguna, ni una
Ninguna bestia de todas las bestias ha estado
En prado o llano o colina
Ni sabido de la emoción de mirar esos fuegos;
Nuestra alma admira lo que ellas nunca conocieron.
Han girado cinco millones de años las esferas
Pero ni una vez en todos esos años
Ni león ni perro ni pájaro que recorre el aire
Ha mirado allí. Ha mirado ¡Ay Dios!, las estrellas;
¡Miren, miren allí!
Es como si el tiempo nunca hubiera sido,
Ni el universo ni el sol ni la luna ni la simple luz de la mañana.
Su tragedia es muda y ciega y así permanece.
¿Nuestra vista? ¿Sí, la nuestra? saber lo que somos,
Pensarlo y luego elegir: ¿ahora que elegir?
Nacidos a la tierra desnuda, habitantes de una escena.
Y todo ello, apenas visto, borrado, ciego,
Como si tales milagros nunca hubiesen existido. (...)

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