Influencias

El sábado 18 me encontraba en la terminal de Córdoba esperando que llegara el coche que me llevaría a Villa María para festejar anticipadamente el "Día del amigo". La paciencia se me agotaba, es que en una vida acelerada parar 50 minutos a hacer nada, se vuelve tedioso.
Mirando hacia abajo, sentada en un banco adentro -porque la temperatura era extremadamente baja- me distraje observando las botas de una señora que por su forma y color eran demasiado llamativas. Ahí recordé una inquietud que me persigue hace años: cómo uno puede crear un preconcepto a partir de lo que viste y calza la gente que está alrededor. Es más, puse a prueba mi improvisada teoría, pero la práctica me resultó compleja, supongo que nunca me había cuestionado acerca de lo cuasi imposible que se puede volver observar a los que pasan trazando una línea imaginaria (en este caso, de la cadera hacia abajo).
Muchas veces aproximarse al otro, hablar, robarle una sonrisa puede ser aun más difícil, porque no se trata solo de una línea imaginaria, sino de un mecanismo de defensa que atraviesa nuestra "integridad" toda. ¡Cuánto miedo tenemos a las "influencias"! Desearía conservar la inocencia de Dorian Gray al referirse a lord Henry:
El retrato de Dorian Gray - Oscar Wilde:
-¿Es cierto que ejerce usted una pésima influencia, lord Henry? -le preguntó al cabo de unos instantes-. ¿Tan mala como dice Basil?
-Las buenas influencias no existen, señor Gray. Toda influencia es inmoral; inmoral desde el punto de vista científico.
-¿Por qué?
-Porque influir en una persona es darle la propia alma. Esa persona deja de pensar sus propias ideas y de arder con sus pasiones. Sus virtudes dejan de ser reales. Sus pecados, si es que los pecados existen, son prestados. Se convierte en eco de la música de otro, en un actor que interpreta un papel que no se ha escrito para él. La finalidad de la vida es el propio desarrollo. Alcanzar la plenitud de la manera más perfecta posible, para eso estamos aquí. En la actualidad las personas se tienen miedo. Han olvidado el mayor de todos los deberes, lo que cada uno se debe a sí mismo. Son caritativos, por supuesto. Dan de comer al hambriento y visten al desnudo. Pero sus almas pasan hambre y ellos mismos están desnudos. Nuestra raza ha dejado de tener valor. Quizá no lo haya tenido nunca. El miedo a la sociedad, que es la base de la moral; el miedo a Dios, que es el secreto de la religión: ésas son las dos cosas que nos gobiernan. Y, sin embargo...

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